Ideas Diminutas.

De la primera historia sólo sé lo que los murmullos me han contado, no estoy segura de cómo poder empezar a relatar este suceso. Quizá fue una película, quizá algún trauma.
El perro de tres cabezas que me atemoriza. Cada uno de los sucesos no eran precisamente parecidos, pero estaban relacionados por una cosa u otra. En una ocasión un perro se recargaba sobre mis hombros y al oído me susurraba 'Te vas a morir'.
Muchos años después me seguiría hasta una casa de terror; mientras iban apareciendo los actores algo me pudo causar un escalofrío que jamás podré olvidar. Uno de ellos nos susurraba al oído 'Todos vamos a morir'...

La segunda historia es un poco menos profunda y quizá un poco más divertida. Hubo un tiempo en que recibía clases de manejo. En esta memoria, por más que presionaba el freno, esté no funcionaba como debería, no era una situación drástica, sólo sucedía que tardaba más tiempo en frenar de lo usual. Nada interesante, pero al fin y al cabo algo que producía mi más profunda consciencia recurrentemente.

El más obscuro y actual de mis miedos. Nunca nada me había hecho sentir tan ansiosa. 

He regresado a México por alguna circunstancia necesaria, al mismo tiempo en el que estoy ansiosa por regresar, también tengo tranquilidad ya que es algo que debo hacer. Justo antes de abrir los ojos mi mente de alguna forma reacciona y se pregunta si despertaré en mi recámara en México o si estaré donde se supone debo estar. Mis ojos se abren y siento un gran alivio. Todo ha sido un sueño.
Otro día pasa y me encuentro en México queriendo regresar, pero estoy preocupada por el precio del transporte. Mi mente reacciona, la tranquilidad regresa a mi.
Hoy le he dicho a mi papá que necesito regresar, no es posible que la escuela puedan justificar mis faltas de casi un mes, él sólo me dice que todo depende de mi, pero yo sigo preocupada por el dinero y dependo de ellos.
La ansiedad desaparece una vez más...
Me pregunto cuándo podrá terminar esta confusión en mi mente...